16 nov 2009

Ser o no Ser

Dice Helen Keller* que le resulta dificil entender que una persona que no ha tenido casi acceso a la cultura y nació en un pueblecito pueda haber escrito 27 obras inmortales... El estar vivo, e inmerso en el mundo, es creo yo suficiente justificación para ser capaz de escribir tales obras. Seguro que Shakespeare no tuvo tiempo de calcular todas las implicaciones de su frase, ni todos los sentidos ocultos de ella, pero la intuición de "ser o no ser, esa es la cuestión" ha calado de tal manera en la posterior evolución del pensamiento humano que el autor de la cita no hubiera podido comprenderlo.
Una estudiante de sociología danesa, Tanya Yorgensen**, ha calculado el tiempo que los humanos han empleado en repetir la famosa frase desde la primera representación de Hamlet, y esto da un lapso muchas veces superior a lo que duró la propia existencia de Shakespeare. Según los cálculos de Tanya cabrían unas mil quinientas vidas del bardo, esto es, hubiéramos tenido a Hamlet repitiendo la primera sentencia de su monólogo desde la aparición de los primeros cromañones hasta hoy...
Algo hay sin duda en la frase que nos llama, recurrentemente, a buscarle un sentido nuevo aún no apercibido.
¿A qué se refiere el bardo?
Ser o no ser.../ y luego viene la cuestión, pero si hay una cuestión es porque hay que decidir, porque se puede optar, y entonces la libertad del hombre pone al intelecto a trabajar sobre la duda, buscando una respuesta, que permitirá planificar un plan, que será personal, y que lo llevará a... Ser o no Ser. Pero si este hubiera sido el sentido, seguramente Shakespeare hubiera empleado otra frase: suicidarse o no suicidarse; vivir o no vivir; mantenerse (por un esfuerzo consciente) en toda la integridad o dejarse llevar por las fantasmales manos entrópicas que tiran de nosotros desde la tumba...
Ser o no Ser.../
El muchacho tiene en las manos la calavera de su padre, muerto de una muerte agudamente dolorosa, y ve en ella la prefiguración de su propia muerte, inevitable. Sin duda filosofa sobre el sentido de la vida y el de la muerte
/...esa es la cuestión.
La cuestión es precisamente que él, con su mano de carne, sostiene ante sus ojos la calavera de hueso, muerta, de su propio padre. Y los ojos vacíos de su progenitor; de su propio origen en el mundo; miran sus ojos repletos de vida y de preguntas sin contestarle con nada más que con ser lo que es, una calavera seca, donde ya ni los gusanos se alimentan, y que es, a la inversa del vacío del que hablaba Lao-Tsé que hacía que la taza fuera taza, la substancia que permitió que en el hueco anidarán la esperanza, el amor, la confianza, la sabiduría, la responsabilidad, y también los demonios de aquel que fue su padre y ahora ya no es nada.
La cuestión es que entre el ser y el no ser se sitúa todo cuanto podemos transmitirnos sobre este mundo, como Shakespeare nos transmite su reflexión en boca de Hamlet, pero al final todo ello es del ser, y del no ser no sabemos nada, salvo que es el vacío que hace a la taza, o el cráneo que encierra el mundo.
O quizá sea la madre del universo, una cosa indefinible e inexplicable, de quien Lao-Tsé, que nació viejo de más de ochenta años, intentaba tomar teta.
Lo mismo que Shakespeare, porque si no... ¿a qué ese empeño en poner la cuestión (el fondo y la forma de nuestra taza) en esa misma cuestión?
Lo mismo que los cromañones; que llevamos ya ochenta mil años tomando en nuestras manos las calaveras de nuestros padres y tratando de entender qué es el ser y qué es el no ser.

*Helen Keller "luz en mi oscuridad" cap. III
**Tanya Yorgensen "El umbral significativo: un ensayo sobre la influencia de las obras de Arte en la inteligencia global" (aún no traducido al castellano)

5 comentarios:

huelladeperro dijo...

NOTA PARA CABALISTAS:

Resulta extraño que el hombre que resumió en una corta frase lapidaria de impresionante hondura filosófica e incluso científica el drama de la existencia humana; el hombre que inventó la frase en la que más se ha pensado desde que el ser humano tiene verbo para ¡ay! tener una estructura en la que colgar sus pensamientos, resulta extraño, digo, que viviera exactamente 52 años y 7 días, lo que convierte el lapso de su existencia en un enigma escrito no ya con palabras y conceptos, sino sobre el pentagrama de su propia vida. Es como si Dios (en cuya existencia, aunque aquí lo mentemos mucho, creemos que no creemos) nos dijera: He aquí una vida completa, redonda, una vida de un año de años.

O un ciclo completo del calendario maya

Anónimo dijo...

Cuando me llega esa frase a la cabeza pienso en Parménides de Elea, quien empezó a plantearse la cuestión del Ser y el No Ser relacionada siempre con la verdad del primero y la no existencia del segundo. ¿Querría Shakespeare, verdaderamente, otorgar un profundo sentido a su frase o simplemente quiso jugar con las palabras y los opuestos?

Anónimo dijo...

Buena reflexión.

A mi me gusta pensar en eso de la energía que se transforma, o en que si hay otras dimensiones quizá el no ser sí sea ser en otra de ellas, y viceversa.

Qué subidones dan los reportajes de ciencia y los libros de budismo. Lástima que sólo duren un rato...

Antígona dijo...

Algún estudioso de Shakespeare me dijo alguna vez que el sentido de la frase no era, de entrada, el existencial, sino más bien la expresión de la duda entre ser un traidor o no serlo, es decir, entre ser algo y no serlo. Lo cual no significa que de esa reflexión sobre el ser algo y no serlo no se pueda derivar una reflexión sobre el sentido general del ser o del no-ser.

Más bien, supongo, se trata de una derivación lógica, en la medida en que, para nosotros, ser o no ser significa siempre ser o no algo concreto, tener que decantarnos por una u otra de las posibilidades que se nos ofrecen. Es decir, no se puede ser sin ser algo o dejar de serlo, no se puede ser sin que ese ser nos impela constante, agotadoramente, a la decisión de lo que queremos o tenemos que ser. Y es ese ejercicio agotador lo que puede llevarnos a pensar en la muerte como un alivio, como un descanso definitivo ante lo que experimentamos como una carga ineludible. Sólo que el misterio de la muerte, nuestro miedo ante ella, nos hace, por así decirlo, volver sobre nuestros pasos y preferir las más de las veces seguir sobrellevando esa carga antes que arrojarnos al vacío.

Un beso

Jorge dijo...

a mi me sigue molando mucho más lo de: me caguntuputacalavera