19 nov 2009

Después de él el fin del mundo

Por eso eleva los brazos al cielo.

En un último gesto de retener a Dios allá en lo alto.

16 nov 2009

Ser o no Ser

Dice Helen Keller* que le resulta dificil entender que una persona que no ha tenido casi acceso a la cultura y nació en un pueblecito pueda haber escrito 27 obras inmortales... El estar vivo, e inmerso en el mundo, es creo yo suficiente justificación para ser capaz de escribir tales obras. Seguro que Shakespeare no tuvo tiempo de calcular todas las implicaciones de su frase, ni todos los sentidos ocultos de ella, pero la intuición de "ser o no ser, esa es la cuestión" ha calado de tal manera en la posterior evolución del pensamiento humano que el autor de la cita no hubiera podido comprenderlo.
Una estudiante de sociología danesa, Tanya Yorgensen**, ha calculado el tiempo que los humanos han empleado en repetir la famosa frase desde la primera representación de Hamlet, y esto da un lapso muchas veces superior a lo que duró la propia existencia de Shakespeare. Según los cálculos de Tanya cabrían unas mil quinientas vidas del bardo, esto es, hubiéramos tenido a Hamlet repitiendo la primera sentencia de su monólogo desde la aparición de los primeros cromañones hasta hoy...
Algo hay sin duda en la frase que nos llama, recurrentemente, a buscarle un sentido nuevo aún no apercibido.
¿A qué se refiere el bardo?
Ser o no ser.../ y luego viene la cuestión, pero si hay una cuestión es porque hay que decidir, porque se puede optar, y entonces la libertad del hombre pone al intelecto a trabajar sobre la duda, buscando una respuesta, que permitirá planificar un plan, que será personal, y que lo llevará a... Ser o no Ser. Pero si este hubiera sido el sentido, seguramente Shakespeare hubiera empleado otra frase: suicidarse o no suicidarse; vivir o no vivir; mantenerse (por un esfuerzo consciente) en toda la integridad o dejarse llevar por las fantasmales manos entrópicas que tiran de nosotros desde la tumba...
Ser o no Ser.../
El muchacho tiene en las manos la calavera de su padre, muerto de una muerte agudamente dolorosa, y ve en ella la prefiguración de su propia muerte, inevitable. Sin duda filosofa sobre el sentido de la vida y el de la muerte
/...esa es la cuestión.
La cuestión es precisamente que él, con su mano de carne, sostiene ante sus ojos la calavera de hueso, muerta, de su propio padre. Y los ojos vacíos de su progenitor; de su propio origen en el mundo; miran sus ojos repletos de vida y de preguntas sin contestarle con nada más que con ser lo que es, una calavera seca, donde ya ni los gusanos se alimentan, y que es, a la inversa del vacío del que hablaba Lao-Tsé que hacía que la taza fuera taza, la substancia que permitió que en el hueco anidarán la esperanza, el amor, la confianza, la sabiduría, la responsabilidad, y también los demonios de aquel que fue su padre y ahora ya no es nada.
La cuestión es que entre el ser y el no ser se sitúa todo cuanto podemos transmitirnos sobre este mundo, como Shakespeare nos transmite su reflexión en boca de Hamlet, pero al final todo ello es del ser, y del no ser no sabemos nada, salvo que es el vacío que hace a la taza, o el cráneo que encierra el mundo.
O quizá sea la madre del universo, una cosa indefinible e inexplicable, de quien Lao-Tsé, que nació viejo de más de ochenta años, intentaba tomar teta.
Lo mismo que Shakespeare, porque si no... ¿a qué ese empeño en poner la cuestión (el fondo y la forma de nuestra taza) en esa misma cuestión?
Lo mismo que los cromañones; que llevamos ya ochenta mil años tomando en nuestras manos las calaveras de nuestros padres y tratando de entender qué es el ser y qué es el no ser.

*Helen Keller "luz en mi oscuridad" cap. III
**Tanya Yorgensen "El umbral significativo: un ensayo sobre la influencia de las obras de Arte en la inteligencia global" (aún no traducido al castellano)