15 abr 2010

Violencia de género

Tengo un amigo africano que gusta hablar -demasiado en mi opinión- de coñitos estrechos...

7 comentarios:

Anónimo dijo...

La explicación de Jorge es muy lógica, incluso pudiera parecer un típico comentario machista-salido de cualquier tertuliano de bar de barrio. Pero viendo las etiquetas y la procedencia de tu amigo...

Recuerdo perfectamente un texto que colgaste, creo que en tu antiguo blog, que relataba cómo mutilan los genitales de las niñas. Qué espanto.

Anónimo dijo...

A todo esto, ¿este post no lo habías puesto ya? No sé por qué últimamente tengo la sensación de haber vivido-leído algunas cosas antes...

Anónimo dijo...

(¿telepatía? ¿viajes mentales al futuro? no me ralles más de lo que estoy!! :P)

huelladeperro dijo...

Pues menudo homenaje me estaba yo pegando mientras tú publicabas el post sobre las drogas...

Antígona dijo...

Estas cuestiones me ponen fuera de mí, Huelladeperro, por el extremo de cosificación del otro que suponen, reducido a una polla grande o a una vagina estrecha.

La violencia que tal cosificación ha supuesto y sigue suponiendo sobre la mujer es innegable. Recuerdo que la primera vez que escuché a un amigo, que despotricaba contra una mujer que le había hecho daño, decir que la tipa no era consciente de su escaso atractivo en el mercado de valores por haber parido ya dos hijos y tener la vagina dilatada, casi me caigo de la silla. No por mi amigo, que estaba cabreado con ella y podría haber dicho cualquier barbaridad para menospreciarla, sino porque pensé: Vaya, ahora no basta con tener unas tetas grandes y un culo sin celulitis para resultar atractiva sexualmente, ¡encima se nos valora por el tamaño de nuestras vaginas! Pues que el tipo al que le importe se haga un agujero en la pared de su casa del tamaño que le apetezca para meterla cuando le venga en gana y nos dejen a nosotras en paz de una puta vez!

Lo peor es cómo esa violencia que todavía se ejerce sobre la mujer en muchos países es interiorizada en los occidentales por las propias mujeres, que hoy día no sólo se someten voluntariamente a liposucciones y aumentos de pecho para revalorizarse en el mercado, sino que se hacen remodelar los órganos genitales para hacerlos semejantes a los de las actrices porno. Según me comentó alguien, la operación de los labios menores es la segunda más demandada en España. ¿No es esto ya el colmo de la locura a la que aboca la obsesión por la estética y el consumismo sexual?

Pero en Occidente esa misma cosificación violenta está volviéndose contra el hombre. A altas horas de la madrugada proliferan en televisión anuncios sobre máquinas para aumentar el tamaño del pene. Los aparatitos parecen sacados de un juego de instrumentos de tortura de la Inquisición. El modo en que se los publicita, lo más agresivo que he visto en televisión en el terreno de la publicidad. Como si un hombre no valiera absolutamente nada de no medir su polla más de X centímetros ni fuera capaz entonces de satisfacer sexualmente a ninguna mujer.

En fin, por suerte aún somos muchos los que, como tú, pensamos que el placer no depende “de una mayor fricción entre pene y vagina sino en todo caso de la calidad de esa fricción, y de lo que con esa fricción se transmiten el que está al otro extremo del pene y la que rodea la vagina”. No lo podías haber dicho mejor.

Un beso!

Jorge dijo...

pero, a ver, si hay 0 fricción, qué calidad de fricción va a exisitir?

Jorge dijo...

Antígona: y las mujeres.. qué criterios usáis para valorar sexualmente a los hombres?