25 jun 2010

Kalil Gibran cuenta (en "El errante", creo) de un pueblo en cuyo cementerio el visitante se espanta de ver que todas las tumbas son, al parecer, de niños, pues en todas ellas, las leyendas dicen que vivieron 4, 5, 6, ó, como mucho, siete años.

Hasta que un habitante del pueblo satisface su angustiada curiosidad explicándole la costumbre lugareña de apuntar, en una libreta; al cabo del día; las horas, minutos o segundos que se consideran verdaderamente vividos....

Del asombro del narrador deducimos; como expertos en esta vida triste; que seis o siete años le parecen sin duda mucho más de lo él mismo o sus conocidos podrían enarbolar como de vida real.

Bueno: pues haga el favor el creador si es que existe de apuntarme casi íntegros estos dos últimos días que he vivido; y eso aunque Él y yo sabemos que en mi casi medio siglo de existencia quizá la cuenta de lo vivido apenas roce el año real.

Gracia que espero alcanzar de su bondadosa magnanimidad etcétera etcétera...

4 comentarios:

Antígona dijo...

Angustia es lo que he sentido al leerte esta noche, Huelladeperro. Porque no he podido evitar preguntarme cuántos minutos, horas, días o años habré vivido yo realmente.

Pero después algo en mí se ha rebelado contra esa angustia. ¿Por qué no aceptamos de una vez que no hay más vida real que ésta, en la que los momentos de sentirse verdaderamente vivos sólo salpican un mar de rutinas anodinas, de rodar con indiferencia por el tiempo y el espacio, de obligaciones penosas o tristezas mal llevadas? Es un tópico lo que voy a decir, pero, ¿podríamos tener experiencia de eso que tú llamas vida real de no ser por ese mar insulso y doliente?

¿Y por qué tendemos a pensar tanto que la vida late antes fuera que dentro de nosotros mismos? ¿No será que ese latir adopta múltiples formas, algunas de las cuales nos gustan más que otras?

¿Y no se vive también esa vida real en el verdadero dolor, en el sufrimiento insoportable, aun cuando uno desearía precisamente en esos momentos no estar vivo?

Uff, me estoy pasando con las preguntitas. En el fondo me repatea la idea de no haber vivido con toda la intensidad con la que quizá podría haber vivido. Pero ese podría me resulta por alguna razón engañoso.

Me alegro en cualquier caso por esos dos días en que has vivido. Frente a todo lo que he dicho, siempre es una buena noticia saber que alguien vive.

Besos contradictorios!

huelladeperro dijo...

¡Joder, Antígona! Siento lo de la Angustia, porque este post era más bien un canto a la alegría de vivir y un canto a la esperanza. Las últimas cosas que has escrito, (los coments en el blog de la Benedetina y este comentario en el mío) merecen, me parece, que te pegue un pequeño vapuleo conceptual, emocional o existencial, que aun no sé cómo llamarlo, pero déjame que me lo estudie e igual hay materia para un post, e invitamos al nihilista de "J" a que lo lea con nosotros.

Te invito mientras, en cualquier caso, a revisar con mirada crítica tu propio comentario, principalmente el segundo párrafo.

Besos, contradictorios también, pero bien vivos!

Antígona dijo...

Mmmm, reviso con mirada crítica mi comentario y en ese segundo párrafo sólo percibo un exceso de dramatismo retórico, pero nada que en esencia, más allá de las hipérboles lingüísticas, no pudiera defender.

De todas formas, no me hagas mucho caso, aunque el tono sea dramático lo que digo no lo considero tal ni lo vivo como tal. O bueno, por lo general no, todos tenemos nuestros momentos miserables.

Bienvenido en cualquier caso ese vapuleo, aunque te advierto que mi capacidad de réplica no tiene límite :P

Besos matutinos!

Antígona dijo...

Lo Gos, ¿qué pasa que no aparecen tus últimos post? Espero que no sea una putada de blogger, que te está desmontando el chiringuito.